domingo, 17 de mayo de 2009

Fue hermoso Conocerte.

Murió el poeta de los cotidianos,
El justo casi consiente de los extranjeros.
Uno de mirada tranquila y de versos temerosos,
Ese que le hablo a una puta de para siempre,
Perene en sus letras como fracasos bíblicos.
Todavía te recuerdo en cada carta y cada hombre que mira.
Entre tus puentes y un poco de desamor.
Quizá sea porque tu bienvenida no llego, y tu coraza falleció
Fuiste el de los anecdotarios irreversibles, él de la pluma capicúa
Y le de dos centavos de verdad profética.
Nos dejas con una gran vacío en el alma poética,
Tan solo has entrado a la parte de la historia que siempre te memorara.
No solo por el poeta escrito, sino por el poema que emana tu vida
Por las palabras monumentales que indujeron tu primer amor
Son lo minutos a tu lado, como mi primer libro que leí.
Es Pedro o quizá la Bora, no lo sé
Tan solo te enmarco en cada letra que infinitamente te debe la gloria
De haber inmaculado tu nombre con serenidad enfrente de la desgracia.
Tu exilio te debe dos glorias más de tu vida.
El cielo espera cuatro paredes incrustadas por un soliloquio que perpetrar tu victoria
“ahora no tengo dudas, vas a llegar distinta; con nuevas, con honduras, con franqueza. Sé que voy a quererte sin preguntas. Sé que vas a quererme sin respuestas “. (Bienvenida: 1920)

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